Testimonio de un paciente de CREA que cumple el 28 de noviembre 7 años en rehabilitación
Este domingo se cumplen 7 años del comienzo de mi tratamiento guiado por el centro sanitario de Bilbao CREA, especializado en rehabilitación de adicciones. El 28 de noviembre de 2014 ingresé en Barcelona en Instituto Hipócrates, clínica de desintoxicación, en la que estuve apartado del mundo exterior durante tes meses. Esta es una de las clínicas con las que trabaja CREA para los pacientes necesitados de ingreso como fue mi caso.
Yo entré en la clínica con 41 años, después de 28 años de consumo -mi primera borrachera fue con 13 años-, después de haber tocado fondo y de que la situación se volviera insostenible.
Cuando ingresé en la clínica mi economía estaba arrasada, mi autoestima por los suelos y mi salud física, tocada.
Gracias al tratamiento he recuperado mi vida. Hoy soy una persona serena y en paz. Lo contrario de cómo estaba cuando consumía.
Hay una película de Isabel Coixet que se titula ‘Mi vida sin mí’, que sería un buen resumen de cómo terminé cuando perdí el control sobre el consumo de sustancias.
Acabas haciendo cosas que nunca habrías imaginado. La adicción te separa de quienes más quieres, te lleva a espacios de verdadero riesgo, te aísla y te convierte en alguien extraño para ti mismo.
En una película de la saga de Harry Potter, un personaje le dice en una ocasión al niño mago que todas las personas tenemos dos mitades, una de luz y otra de sombra. Añade el personaje que la clave está en potenciar la parte de luz y minimizar la parte oscura.
La adicción es justo lo contrario. Termina por esclavizarte y arrinconarte en la parte de tiniebla, dejando muy pocos espacios para que tu luz brille.
Aunque siempre queda un resquicio de luminosidad. Y ese puntito de luz, ese pequeño asidero de conciencia que se mantiene a pesar de la fuerza devastadora de la adicción, es al que te agarras como última oportunidad de salvar tu vida con las pocas fuerzas que te quedan.
Ese fue mi caso. Tuve que tocar fondo, romperme en mil pedazos y llorar lo que no está escrito para ceder ante la presión de mi familia y unos pocos amigos, que forzaron mi ingreso en la clínica de desintoxicación. Si su ayuda, sin su posición de firmeza no sé qué habría sido de mí a fecha de hoy. O sí lo sé, de hecho, y no es un destino para nada halagüeño.
La adicción te lleva al precipicio
La adicción es un trastorno mental porque seguimos drogándonos o jugando o lo que cada uno haga a pesar de los problemas que esto ocasiona y porque siempre hay una última excusa y siempre te das una última razón para seguir haciendo eso que tanto daño te hace. La adicción te incapacita para elegir bien y te anula la voluntad.
Te arrastra cada vez con más fuerza al precipicio. Por mucho que, en lo más íntimo, quieras no consumir y no hacer las cosas que te están destruyendo, eres incapaz de no hacerlas y de dejar de consumir. La adicción es una condena y una esclavitud por eso. Porque te obliga a hacer lo que no quieres hacer realmente.
Hay que aprovechar esos resquicios de luz y esa conciencia para iniciar el tratamiento. Y sobre todo hay que aprovechar el empuje y el amor duro de los seres queridos para poner remedio a una situación que de no hacer nada termina de la peor manera.
Yo aproveché el amor duro y accedí a empezar el tratamiento. De eso han pasado 7 años y el balance es muy positivo. Gracias al tratamiento puedo decir que estoy vivo. Antes malvivía. Hoy soy una persona renovada. He cambiado por completo mi forma de estar en el mundo. Ya no consumo drogas ni necesito mentir ni necesito forzar mi personalidad ni actuar ni presentarme ante los demás con ninguna careta porque no tengo nada que ocultar y porque mi conciencia está tranquila y en paz.
Sensación de sosiego y conformidad
Para quien ha vivido en guerra permanente consigo mismo y con el mundo por culpa de la adicción, esa sensación de sosiego y de conformidad es única, impagable.
Hace siete años inicié un camino por el que sigo avanzando. CREA me ha dado herramientas muy útiles para no consumir nunca más nada. Y para aceptarme como soy, saber que soy una persona con adicción, como otros tienen alergias o diabetes, y actuar en consecuencia.
¡Ojalá personas que están hoy como yo estuve hace siete años, hundidas por la adicción y convencidas de que no tienen remedio, fueran conscientes de hay salida al laberinto en el que se han quedado atrapadas!
La adicción es una enfermedad y como tal tiene solución. Es perfectamente posible superar una adicción sea a sustancia o a un comportamiento como el juego con el tratamiento adecuado.
A mí CREA y la clínica Hipócrates me han dado la vida. Sin exagerar. El sentimiento de gratitud que tengo hacia los terapeutas es inmenso. ¡Cómo no tenerlo si me han ayudado a salvar una bola de partido! ¡Si me han ayudado a vivir sin consumir, a rehacer mi vida y a quererme y apreciarme tal cual soy, sin dobleces y sin caretas!
El consumo de drogas es solo un síntoma pequeño de la adicción. La enfermedad tiene una raíz más profunda, como un ruido de fondo que es necesario acallar y un nervio que es preciso calmar. Han pasado siete años desde el comienzo de mi tratamiento. Y estoy contento porque no solo he dejado de consumir drogas -tabaco incluido- sino que he recuperado una sensación de paz y plenitud que había olvidado.
Sigo haciendo camino. Sigo comprometido con mi rehabilitación. Soy adicto y lo seré el resto de mi vida. Sigo yendo a las terapias de CREA habitualmente. Es lo menos que puedo hacer para cuidarme. Para seguir bien y evitar riesgos de recaídas. Para seguir avanzando por un camino de crecimiento personal que, para qué vamos a negarlo, es fascinante.