La adicción es una enfermedad mental en el sentido de que durante mucho tiempo te acompaña la obsesión por tomar. A nuestro terapeuta Jon Mardaras le gusta decir que las ganas de tomar son el síntoma principal de nuestra enfermedad.

Las ganas de tomar permanecen durante mucho tiempo incluso después de haber empezado el tratamiento. Nuestro terapeuta añade que esas ganas de tomar hay que expresarlas sin tapujos porque es la manera de recuperarse.

Hay que verbalizarlas en la terapia o a un compañero por teléfono pero no deben quedarse dentro, hay que contarlas porque es la forma de que se vayan.

De 2 a 5 años se necesitan como poco para recuperarse de una dependencia a una sustancia o a una conducta como el juego.

La adicción es como un ruido de fondo que te acompaña siempre cuando estás en activo, consumiendo, y durante mucho tiempo después aunque estés en tratamiento.

Esto explica el caso real de uno de nuestros pacientes. Contó en una terapia hace pocos días que estaba escuchando la radio en casa, medio distraído.

Un programa de radio fórmula, de estos espacios que mezclan la emisión de música de éxito con comentarios triviales y llamadas de los oyentes.

El locutor entonces lanzó una pregunta a la audiencia, un dilema en tono lúdico. ¿Qué es lo último que harías si supieras que te quedan pocas horas de vida porque existe la certeza de que va a caer un meteorito?

El cerebro adicto de nuestro paciente respondió fugaz. Lo que le vino a la cabeza a nuestro compañero no fue que saldría corriendo a buscar refugio, reuniría a su familia, abrazaría a sus hijos o se pondría a rezar. No. Lo que le vino de golpe a la cabeza es que se metería unas rayas de cocaína. Eso es lo último que haría en su vida.

Hasta ese punto llega la adicción. A una persona no adicta le puede costar entender ese proceso mental. Pero no a quien sufre la enfermedad ni a quienes nos dedicamos a tratarla.

Esta reacción prueba que durante mucho tiempo, el cerebro de la persona adicta va a seguir buscando excusas para consumir. ¿Y qué mejor pretexto que saber que te quedan pocos minutos de vida?

Hay que decir también que cuanto más tiempo de abstinencia y de tratamiento bien hecho, menos ganas hay de consumir. Entonces uno se hace adicto, permítasenos la ironía, a vivir bien, sin depender de nada. Uno se hace adicto a estar tranquilo, sereno y en paz.

No hay nada de escandaloso en el testimonio de este paciente. Al contrario, hizo muy bien en contar lo que le había venido a la cabeza porque es la manera de quitárselo del pensamiento y una demostración de legalidad y humildad.

Y de respeto hacia una enfermedad que tiene tanta fuerza como un meteorito.