Mentir es una de las cosas que más repite la persona adicta cuando sigue en activo. Se miente a sí misma, porque cree que es capaz de controlar el consumo, aunque los hechos digan lo contrario.

Y miente a los demás para seguir consumiendo sin cortapisas, al nivel y en la cantidad que exige la enfermedad.

El autoengaño es síntoma destacado de la adicción. La persona adicta se convence a sí misma de que su consumo no es muy distinto al de los demás, de que lo suyo no es para tanto y de que existen, además, razones de peso (cada adicto se da las suyas) que justificarían su comportamiento.

Negación

Poco importa que la persona adicta esté cada vez más enganchada a la sustancia o conducta que sean. O que ese consumo ocasione cada vez más problemas de tipo económico, laboral, sentimental, afectivo, familiar o judicial.

Durante mucho tiempo, la persona adicta negará y se negará a sí misma que tenga un problema.

La negación está muy relacionada con la vergüenza que supone reconocer que existe un problema; con el arrepentimiento por las cosas mal hechas por culpa del consumo; y, sobre todo, con la necesidad de seguir consumiendo, a pesar de las consecuencias negativas, que es la característica principal de esta patología de salud mental.

El hábito de la mentira está íntimamente ligado a la persona adicta en su etapa de consumo.

Ocultarse ante la familia

El adicto desarrolla el hábito de la mentira y una habilidad extrema para fingir, ocultar y ocultarse ante sus seres queridos que, a sus ojos, representan un obstáculo para seguir consumiendo.

Además, la persona adicta suele vivir con una venda en los ojos y es especialista en deformar la realidad. A esta distorsión de los hechos ayuda, no cabe duda, el consumo de sustancias psicoactivas como alcohol y otras drogas.

En un programa de rehabilitación de la enfermedad de adicción, el primer paso es la desintoxicación.

Dejar de consumir sustancias o dejar las apuestas y el juego, en el caso de la ludopatía, es imprescindible para avanzar en la rehabilitación.

Desintoxicarse implica recuperar áreas del cerebro que estaban dañadas. Este es el paso previo para romper la negación y vencer el autoengaño, condición ineludible para recuperarse.

Por eso es tan importante que los familiares empujen al adicto a iniciar el tratamiento. Es muy complicado que el afectado dé el primer paso de manera voluntaria precisamente por el autoengaño.

Y también porque, aunque los desastres se multipliquen, las ganas de seguir consumiendo, a causa de la enfermedad, son más poderosas que el deseo íntimo de recuperarse.

 Aprovechar el impulso de septiembre para iniciar el tratamiento

Es muy importante que los familiares, que son quienes van a mover ficha antes que nadie, se informen bien, en un centro sanitario especializado en adicciones como CREA, sobre la enfermedad y sobre el tratamiento.

El mejor momento para empezar las terapias para tratar la adicción es cuanto antes.

Pero septiembre es, en este caso, una buena referencia para acudir a las terapias. Después de la relajación de las vacaciones de verano, septiembre es el mes de la vuelta al cole, a la oficina, a las rutinas, al orden en los horarios, a los cursos, al gimnasio…

¿Por qué no también para hacer algo tan vital como comenzar el tratamiento de adicciones?

Esta es la idea que lanzamos desde CREA: aprovechar el impulso de septiembre para entre toda la familia empujar a la persona adicta a comenzar la rehabilitación.