El 75% de la población general entre 15 y 64 años residente en hogares consume alcohol. Este porcentaje se repite cada año con leves variaciones, según los datos del estudio EDADES del Plan Nacional Sobre Drogas, perteneciente al Ministerio de Sanidad.
Como se ve, el consumo de esta droga legal está muy extendido en nuestra sociedad. Sin embargo, solo una minoría de los que beben desarrolla adicción. El consumo es necesario, pero no es suficiente.
La adicción, recordemos, es un trastorno de salud mental. Es una enfermedad del cerebro. Afecta al autocontrol y la gestión de las emociones.
Según las estadísticas médicas, las personas susceptibles de desarrollar la enfermedad se sitúan entre el 10% y el 20% de la población.
La adicción es, por tanto, una enfermedad que afecta a más personas de lo que se cree. Entre 200.000 y 400.000 vascos.
Miedo al qué dirán
Cualquier familia de nuestro entorno puede estar afectada sin que sepamos. Porque la adicción se esconde. Por vergüenza. Por miedo al qué dirán. Porque no se trata con un enfoque médico sino moral.
Lamentablemente muchas personas siguen creyendo que la persona adicta consume o juega porque quiere. La adicción se ve como un vicio. Y a quien la sufre se le señala como un débil o una mala persona.
La realidad es distinta. La adicción es una enfermedad en toda regla. Así reconocida por la OMS. La padecen personas que han consumido o jugado como la mayoría, pero que tienen una determinada predisposición o vulnerabilidad. Suele haber déficit de dopamina en el cerebro.
El sistema límbico, que regula las emociones, está afectado. Y el mecanismo de placer/recompensa, averiado. De modo que nunca es suficiente. El adicto persigue sin freno la sensación placentera -el colocón- que producen las drogas -alcohol incluido- y conductas como el juego, el sexo, internet o las compras.
Las fases de la adicción son uso, abuso y dependencia. Cuando se llega a la última ya no hay voluntad. Las áreas del cerebro que rigen el control de impulsos y la toma de decisiones están completamente alteradas.
A nadie le gusta sufrir. Nadie elige pasarlo mal. El adicto se ve incapaz de parar. Tanto es así que sigue consumiendo o jugando a pesar de los problemas que esto le provoca.
La adicción tiene tratamiento
Lo normal es que las personas huyan del daño. En adicción, sin embargo, el paciente repite una y otra vez aquello que más le perjudica. Porque ha perdido el control y carece de voluntad. Sus actos respecto a las drogas y el juego ya no son libres.
La buena noticia es que la adicción tiene tratamiento. Es una enfermedad crónica. El adicto lo será el resto de su vida. Pero hay rehabilitación. El primer paso es reconocer el problema y acudir a un centro para tratarse con un equipo profesional.
En CREA, ayudamos a las personas afectadas y sus familias a recuperarse de la enfermedad de adicción, sea a sustancias o a conductas como el juego. Mediante consultas individuales con psicóloga y psiquiatra, y terapias de grupo.