¿Cómo viven las personas adictas el confinamiento? ¿Aumenta el riesgo de recaída? En esta entrada de Blog, te contamos de qué modo distinto viven el estado de alarma por el coronavirus la persona adicta que sigue consumiendo y la que está en tratamiento. 

En rehabilitación de adicciones, la aceptación es clave. La premisa es dejar de consumir y desintoxicarse. Sin esto, es imposible avanzar. Pero la aceptación es el siguiente y decisivo peldaño.

Parece sencillo, pero no lo es para quien, condicionado por la enfermedad, acostumbra a distorsionar la realidad.

La adicción, no lo olvidemos, es un trastorno mental. Tres de sus síntomas principales, aparte del deseo de consumo, son la negación, el autoengaño y la justificación.

Dependencia y venda en los ojos

Es muy evidente en la fase primera del tratamiento. Después de años de consumo, la persona con adicción es especialista en mentir, a sí mismo y a los demás.

Normalmente el paciente llega al tratamiento empujado por su familia y con una venda en los ojos. Las terapias ayudan al paciente a admitir su dependencia, ver los desastres ligados al consumo y aceptar que su vida era ingobernable.

Aceptación, humildad y tolerancia son tres pilares que favorecen la rehabilitación. Son actitudes que ayudan al cambio radical que toda persona adicta necesita para su reinserción en los ámbitos social, familiar y laboral.

Nadie se recupera de una adicción con voluntad. Sencillamente porque, entre otras cosas, la adicción es un trastorno neuronal que trasciende el mecanismo de las decisiones libres.

El adicto no consume porque quiere, sino porque no puede no querer. Lo hace por necesidad.

Lo único que sirve para superar una adicción es aceptar la enfermedad y actuar en consecuencia. Como quien tiene una alergia o una intolerancia.

Confinamiento y recaídas

Estos días, a raíz de la pandemia del coronavirus, ha crecido la alarma sobre el peligro de recaídas.

Todas las personas adictas comparten la misma enfermedad y presentan parecidos síntomas. La diferencia a la hora de afrontar mejor o peor el confinamiento está en si el adicto consume o está en tratamiento.

En el primer caso, para quien depende de la droga o del juego como del oxígeno, el confinamiento es una nueva losa. Al malestar de la adicción, hay que sumar el de la cuarentena.

La familia se convierte estos días para el adicto con ‘mono’ en una compañía incómoda, que hace más difícil consumir la ansiada dosis o jugar sin la vigilancia y sanción de los seres queridos. Esto hace que la ansiedad se dispare y el estado de ánimo se descomponga.

El adicto entonces se vuelve insoportable. El estado de depresión, irritabilidad y nerviosismo genera un ambiente opresivo que abona el conflicto: aumentan el malestar, las tensiones, las discusiones e incluso las peleas.

La cuarentena puede ser un contexto propicio para que algunas familias despejen dudas sobre la posible adicción de alguno de sus miembros. Puede ser el momento oportuno de pedir ayuda y encontrar una solución.

Elefante en el salón

La adicción en muchos hogares es como un elefante en el salón, una presencia asfixiante que lo ocupa todo, pero de la que nadie habla.

El adicto no recuperado lo pasa mal siempre: antes, durante y después del coronavirus. Por el contrario, el adicto en tratamiento vive la situación de forma diferente y positiva. Y si hace las cosas como debe, el riesgo de recaída no es mayor estos días. En CREA, decimos que la recaída no existe, porque es un tratamiento mal hecho.

Síndromes de abstinencia

Los pacientes presentan sintomatología y sufren síndromes, algo normal en el proceso. La diferencia es que tanto ellos como sus familiares saben qué hacer cuando el ánimo decae o la ansiedad aprieta, es decir, cuando aparecen las ganas de consumir. El adicto en tratamiento tiene recursos para gestionar esas situaciones de forma eficiente y provechosa.

Para recuperarse de una adicción es preciso hacer un cambio personal radical y modelarse con esfuerzo la aceptación, la humildad, la tolerancia, la paciencia, el control de impulsos y la empatía.

Son cualidades que ayudan a superar una adicción. Y a manejarse por las aguas procelosas de la vida. También en un periodo de confinamiento como el que nos ha tocado vivir.