El 28 de noviembre se cumplen seis años del inicio de mi tratamiento. Es una fecha que no se me olvidará nunca porque representa el comienzo de mi recuperación.

¿Qué te da el tratamiento de adicciones? ¿Qué me hadado CREA?

En primer lugar, dejar de consumir. Cada uno la droga que sea. Ese es el primer paso. Pero después hay muchos más. Porque estar en tratamiento para una persona adicta implica un montón de cosas positivas.

Cuando yo entré en la clínica de Barcelona (Instituto Hipócrates, que es uno de los centros de ingreso con los que trabaja CREA) estaba francamente mal.

Había tocado fondo y la adicción me había dejado en muy mal estado físico y mental.

El consumo de alcohol y otras drogas implica un riesgo serio para la salud. Y cuando ese consumo se descontrola, como era mi caso, el riesgo se multiplica.

Familia acomodada

Cuando ingresé, mi situación era mala. Tenía 41 años, venía de una familia acomodada, tenía una carrera, un máster y un puesto de trabajo de responsabilidad y bien remunerado.

Digo todo esto porque hay una creencia falsa y equivocada de que la adicción afecta a personas sin estudios y de familias desestructuradas, cuando la realidad es bien distinta.

La adicción es una enfermedad que no distingue de edad, sexo, raza, profesión, clase social ni nivel formativo.

Afecta a personas que han consumido, como lo hace la mayoría de la población, pero que por determinada predisposición desarrollan una dependencia sobre la sustancia o sobre una conducta como el juego, el sexo o las compras compulsivas, en el caso de las adicciones comportamentales.

Cuando yo ingresé hace seis años llegué en mal estado físico y mental, porque la adicción deteriora ambos.

La fecha del 28 de noviembre, día en que ingresé en la clínica, no se me olvidará en la vida. Es como un segundo nacimiento. Es la fecha en que empecé a vivir de nuevo, a vivir de verdad.

La adicción es la pérdida de control sobre la sustancia o el juego. Y esa pérdida de control no se produce de la noche a la mañana.

En mi caso, desde que bebí la primera cerveza con 13 años hasta que ingresé con 41 en la clínica de Barcelona pasaron 28 años.

Casi tres décadas en las que la enfermedad comienza de manera casi imperceptible, como el aleteo de una mariposa, y termina ocupando todo el ancho de tu vida, convertido en un tsunami demoledor.

Tocar fondo es terrible. Se pasa muy mal. Por las cosas que haces, llegas a preguntarte si no serás una mala persona. Es jodido porque en el fondo, fondo, quieres dejar de sufrir, pero eres incapaz de dejar de hacer todo eso que te hace  infeliz.

Metido en el barro

Cuando la enfermedad se ha disparado y te ves metido en el barro es cuando te cuestionas si merece la pena seguir viviendo. Lo que sientes en ese momento es una profunda soledad. Atroz.

Tocar fondo duele, pero salva. Me explico. En mi caso sirvió para que no me quedasen excusas y me viese obligado a ceder ante mi familia, que intercedió de manera providencial y me llevó a la clínica de ingreso aquel 28 de noviembre de 2014.

A partir de esa fecha, la película cambia por completo y paso del blanco y negro, al color.

Seis años después, soy muy consciente de que estoy vivo y con la cabeza en su sitio gracias al tratamiento.

Cabeza despejada y serena

Puedo decir abiertamente que el ingreso primero y las terapias de CREA después me han salvado la vida.

No es que la vida sea sencilla. Bien al contrario, está llena de dificultades. Pero yo he cambiado por completo la manera de estar en el mundo, la forma de afrontar esos retos.

Gracias al tratamiento, soy una persona con la cabeza despejada, serena, gracias a que no bebo ni consumo ninguna otra droga (incluido el tabaco) y con los pies en la tierra, sin retorcer la realidad como antes.

Dejar de consumir es el paso indispensable para recuperarse. Pero la rehabilitación de adicciones es mucho más. El tratamiento implica vencer la negación, el autoengaño y conocerse a uno mismo. Aceptar que soy adicto me ha servido para dejar de consumir, pero también para conocerme bien y aceptarme como soy.

Recuperarse de una adicción implica hacer un cambio personal muy importante. De hecho, la única forma de recuperarse, creo yo, es hacer lo contrario justo de lo que hacías antes cuando consumías. No es posible superar la adicción sin hacer un cambio de conducta radical.

Gracias al tratamiento, hoy me muevo en la vida para todo con una actitud firme, humilde y legal.

Por fin tomo decisiones responsables de verdad buenas para mí.

Una de esas decisiones buenas es, por cierto, que sigo yendo a las terapias de CREA. Al menos una vez al mes voy a terapia porque me ayuda enormemente a seguir en el camino de la recuperación, que para una persona adicta no termina nunca, y porque, modestamente, sé que ayudo a quienes empiezan ese mismo camino en que yo he superado las primeras etapas.

Persona consciente y feliz

Este sábado es 28 de noviembre. Se cumplen seis años del comienzo de mi recuperación. Soy una persona adicta y lo seré el resto de mi vida. Esto es bueno no perderlo de vista jamás. Pero el esfuerzo personal que he hecho tiene recompensa.

Soy una persona consciente y feliz.

Estoy orgulloso de haber puesto toda la carne en el asador para cambiar las cosas. Y estoy agradecido a CREA y a todas las personas que me han ayudado a conseguirlo.